
Analyzing the mindset and hardships experienced by Cuban-American refugees, I’ve come to the conclusion that there are nuances based on different generational groupings. Most belonging to our parents’ generation have never adapted to life under the Anglo-Saxon culture. They either continue living with the hope of returning to a Cuba Libre, or they have given up all hope of a better tomorrow and are just counting their days for a peaceful transition to a better afterlife. I’ve written about this generation at: https://www.linkedin.com/pulse/20140521143849-11570625-nostalgia-for-cuba-s-past-a-difference-of-generations?trk=mp-reader-card.
Then, there is my generation – the one who left Cuba as a youngster. I left when I was 11. We have assimilated to the American culture – but, up to a point. We have never forgotten where we came from, and we continue fighting – each, in his/her way based on his/her talent base – for a return of freedom and democracy to our homeland. We do this as a debt owed to the sacrifices that our parents went through to ensure that we grew up in the land of free and the home of the brave.
And, finally, there are those of Cuban-American parents who are born in the United States. Some care deeply about their parents’ homeland, while others develop amnesia as an act of rebellion. Cuban-Americans who have never forgotten where their families come from, like U.S. Senator Marco Rubio, find out that regardless of the fact that they were born in the U.S., others still look at them as foreigners, as not American enough. And, once they find out about this anomaly, they embrace a hybrid identity of “no soy de aquí, ni soy de alla.” They become citizens of the world, where doing the right thing becomes more important than where you or your parents come from.
Following is wonderful ode to refugees by Angelina Muñiz-Huberman – born in France to parents who fled the Spanish Civil War. After living in Cuba, the Muñiz family moved to Mexico City. She holds a Ph.D. in literature.
“MARIA ZAMBRANO. Castillo de Razones y Sueño de la Inocencia” \ Dr. Angelina Muñiz-Huberman
“El exilio es un fenómeno consustancial con el ser humano. Desde el primer exilio, que lo fue de carácter divino – la expulsion del Edén – hasta todos los que le siguieron, de carácter histórico, han sido la piedra de toque de pueblos y personas. Se ha considerado un castigo más refinadamente cruel que la prisión o la de negarle un espacio propio. Adán y Eva adquieren la muerte al perder el Paraiso. Quien sale al exilio, sale en busca de una muerte sin tierra. La condena es el eterno vagabundeo y la conciencia precisa del paso del tiempo. A la vez, adquiere un esperanza inviolable; el anhelo del retorno. De lo que se trata entonces, es de llenar el tiempo, un tiempo que no vale, en un espacio ajeno, para recuperar el verdadero tiempo y el verdadero espacio. Y he aquí que la manera perfecta de llenar ese tiempo y ese espacio es por la preservación de la memoria. Es uno de los sentires del exilado la idea de recrear la vida, del ciclo que se vuelve a empezar, de la rueda de la fortuna incesante. Debe probar ante sí y ante los demás que lo desconocen su propio valor, su proprio signo vital. Cada dia que pasa rehace su identidad. Es un solitario señalado, un Caín inocente. El estado de exilio es un estado privilegiado que pone a prueba lo mejor de cada mente; exacerba la reflexión y la imaginación. El exilado se sabe sobreviviente y como tal debe cumplir con ciertas obligaciones: una de ellas es recoger y transmitir su tradición, su historia, y otra es dejar huellas en su paso. Se convierte en un ejemplo de lo que Maria Zambrano llama el vencido que vence. Y vence con la mejor arma: la inteligencia, la lucidez, y la lejanía.
Poco a poco se despoja de la passion y adquiere la serenidad y la objetividad que solo un trance extremo procuran. Prdríamos decir que el exiliado es un aprendiz de Job que se ampara bajo su sombra. Por algo Maria Zambrano lo escoge como el símbolo de lo que habrá de perdurar cuando llegue el momento, al igual que las simientes del extraño pájaro abandonado en la arena que luego habrán de crecer y elevar su vuelo sobre los demás seres. CUM TEMPUS FUERIT. La apuesta del exiliado es con el tiempo. Para Maria Zambrano el exiliado pertenece al grupo de los BIENAVENTURADOS, como es el título de otra de sus obras. En ella, las palabras adquieren la cadencia de la mística y eligen la vida de la depuración. El exiliado ya no es exiliado en esta tierra. Es el exiliado que adquiere la categoría de la transcendencia. Que ha sido visitado por un rayo iluminador y que ha aprendido a vivir el abandono. Para escalar la cima de la sabiduría y conocer cual es el sentido de su vida, desplazado y despojado, continua desprendiéndose de cada una de las capas de la incongruencia y de la insensatez.
El exilio es el punto final con el pasado: el congelamiento de una forma de la conjugación verbal; es la adquisición de la mortalidad. Pero nunca será la pérdida de la memoria; el pasado es una negación, no un olvido. Y la condena es, precisamente, conservar la memoria. El paliativo, desarrolar el principio de la esperanza y proyectarse hacia otra forma verbal inexistente; la del futuro, donde cabe cualquier sueño de la inocencia. Es decir todo exilio repite la pérdida de la conciencia de un presente desconocido. Sobre todo, expone una herida incicatrizable; la identidad ha sido perdida; en el término mismo – exiliado – está borrado el concepto de nacionalidad, de patria. Ha perdido su identidad y no had adquirido una nueva, llegue a donde llegue ha quedado fuera de lugar. Su ser es un ser expuesto a la vista de los demás.
En palabras de Maria Zambrano: “El exiliado es el que mas se asemeja a lo desconocido, el que llega, a fuerza de apurar su condición, a ser ese desconocido que hay en todo hombre y al que el poeta y el artista no logran sino muy raramente llegar a descubrir.” Carece de geografía, de sociedad, de política y hasta de ontología. O mas bien acomoda en el interior de su ser todo lo perdido como una posesíon inolvidable, la única permitida. En el mejor de los casos, lo transmuta por medio del lenguaje simbólico. Para Luis Cernuda muere la vida en ajeno rincón. Pero también podría decirse que quien nada tiene, lo tiene todo.”